A principios de
este mes de Junio se difundía la noticia de que el Rey Juan Carlos I abdicaba a
favor de su hijo, el cual será el nuevo Rey. Este hecho no es más que un
intento de lavado de imagen de la monarquía ante la visión cada vez más crítica
por parte de la sociedad de esta institución fruto por una parte del
empeoramiento de las condiciones de vida generalizada y por otra de los
escándalos en el seno de la Familia Real.
No debemos
olvidar que la monarquía es heredera del régimen franquista ya que el Rey fue
elegido a dedo por Franco. El periodo de la Transición fue una reforma del
franquismo con un envoltorio falsamente democrático. De hecho gran parte de
elementos del franquismo siguieron y siguen presentes como por ejemplo el
Tribunal de Orden Público creado para juzgar “delitos” políticos y que hoy se
llama Audiencia Nacional, o muchos de los altos mandos en las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad del Estado.
La Constitución
Española del 78 nos habla de que vivimos en una democracia. Pero es pura
falacia. No se puede hablar de democracia cuando gobiernan partidos políticos
reaccionarios y corruptos que lo único que les preocupa son sus intereses
partidistas y que tienen la función defender los intereses del sistema
capitalista y posibilitar que se perpetúe. No se puede hablar de democracia
cuando el proyecto político de la clase dominante es apuntalado bajo amenaza
militar. No se puede hablar de democracia cuando tiene vigencia una institución
en sí misma antidemocrática y anacrónica como la monarquía y que para la
juventud –así como para l@s nacid@s después de 1958- ha sido impuesta pues no
ha tenido la posibilidad de pronunciarse sobre ella.
La vigencia de la
monarquía implica mantener el actual ordenamiento institucional y social donde
la injusticia es el día a día. La monarquía es un símbolo de la sumisión del
pueblo frente a los poderosos a lo largo de la historia, perpetuarla es un
insulto al pueblo y negarle la capacidad de ser dueño de su propio destino.
Desde Algarada
consideramos que la juventud no podemos permanecer impasibles ante la segunda
versión del “atado y bien atado”. No podemos quedarnos sin hacer nada cuando
nos van a imponer a otro monarca sin que les importe lo más mínimo nuestra
opinión y cuando se nos impone una vida de precariedad extrema. Apostamos por
romper con su sistema explotador y por el poder popular, por ser dueñ@s de
nuestras vidas y por eso animamos a la juventud de los barrios a organizarse y
luchar contra todas las injusticias así como contra quienes las provocan, y
entre ellas por supuesto está la monarquía.
Algarada
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